martes, 10 de julio de 2012


¿QUÉ ES LA BELLEZA?

En griego, Kalón; en latín pulchrum, bello.

Es preciso distinguir varios sentidos del término bello, belleza

BELLEZA TRASCENDENTAL. Trasciende todo ser particular. Es una propiedad del ser en cuanto ser, como son uno, verdadero, bueno. Nociones primeras, irreductibles a otras más sencillas.

En este sentido, "belleza" no es sino otra palabra para decir lo que "es". "Belleza" no es sino otra manera de mirar y ver ese "ser" que "es". Por eso en la Belleza somos, vivimos y nos movemos, dice Pedro A. Urbina: No estoy sino repitiendo una tan vieja como conocida explicación filosófica de la realidad, que dice así: de lo que "es", digo con mi razón que es "verdad"; de lo que "es", digo con mi voluntad que es "bien"; de lo que "es", digo con un especial decir, que es "belleza".

La pregunta por la relación arte moral, es en el fondo la pregunta por la relación belleza bien. ¿Qué relación hay entre la belleza y el bien? La misma que hay entre la belleza y el ser. ¿Qué "ser"? ¿"ser" qué?

Esta respuesta clásica encierra dificultades. Es evidente que el ser en cuanto tal es uno, verdadero, bueno y  bello. Esto es cierto si hablamos del ser en cuanto ser. Pero en la realidad no todo es "puro ser". Y aquí se presenta Parménides diciendo que hay un solo ser, que por cierto es redondo; y por otro lado Heráclito, que nos dice que todo cambia y nada es. ¿En qué quedamos? Aristóteles viene en nuestro auxilio y replica que existe el ser como acto, pero también el ser como potencia, que puede ser y no ser. El ser en potencia es una especie de ser intermedio entre el ser y el no ser. Luego se presenta el mal para acabar de liar las cosas.

Se diría que, en el mundo, los trascendentales están como fragmentados. No todo lo bueno aquí y ahora es bueno para el futuro. No todo lo verdadero es agradable.

¿Todo lo real es bello? ¿Qué hemos de entender por belleza?
Tomás dice: lo bello es lo bueno. Lo bello causa formal, lo bueno causa final. Buenaventura: lo bello es como el resplandor de los trascendentales. Alberto Magno: bello es “el resplandor de la forma.” Si es material hay añadir proporción de las partes.

percepción sensible y visión intelectiva 
Es la más obvia. Un bello paisaje, una bella melodía, una persona bella. Nos entra por los sentidos pero no es un acontecimiento puramente sesitivo. 

En cambio, no hablamos de un sabor bello, porque es un sentido muy corporal. La belleza tiene un no se qué que irradia desde los sentidos hasta lo más alto del espíritu. 

El cuerpo puede descansar en una pocilga, pero el espíritu solo puede descansar en la belleza. 

Se unen la percepción sentible y la visión intelectiva. No es una sensación, más bien una emoción como fruto de un encuentro con lo maravilloso, con algo no estrictamente debido. 

Debe haber un acuerdo entre  la imaginación y el entendimiento (Kant). Somos unidad de espíritu y cuerpo. Entendimiento y sentidos. De algún modo toda la persona se pone en juego ante la belleza.

Notas de lo bello
Como hay distintas participaciones en el ser, en la verdad, en la bondad, también en la belleza y en la experiencia estética.

La belleza de alto grado es un don. Un regalo. El encuentro con la belleza, en sí mismo considerado,  es el encuentro con un estímulo inesperado. Si se encuentra en un pasillo en penumbra emana un luz misteriosa. Me ilumina, me deslumbra. Captura mi atención, me atrae, mi atención se centra sin querer en el objeto, es un imán de mi interés, contemplo, me ex-tasía. Como si me elevara a una esfera o ámbito de felicidad inesperado. Esto sería aproximadamente la experiencia estética. Es parecido al flechazo amoroso. No hay que pensar en una emoción extrema o fuerte como puede ser una película de mucha acción, de pasiones violentas, de efectos especiales increíbles. La belleza es más bien portadora de paz, de felicidad duradera. Por eso la belleza no es violenta, frenética, orgiástica. Tiene que ver con la excelencia, la calidad, el valor, la sencillez, la paz. Lo contrario no puede durar. Lo monstruoso no puede durar. Solo puede ser acaso un breve contrapunto.

Aquella exclamación del amor que expresa Pieper: ¡que bueno es que existas!, vale para el encuentro con la belleza. Si la belleza habita en una persona en relación con otra entonces tenemos el flechazo o enamoramiento. Y del enamoramiento causado por el deslumbramiento, acaso pueda pasarse al amor profundo en alguna de sus modalidades: amistad, cariño esponsal, fraterno, filial, etc. Tendremos que hablar de posible relación intersubjetiva. Así es la experiencia amorosa, el flechazo o cualquier encuentro en el que se conjugan el asombro, la admiración y la contemplación.

Se diría que la belleza se caracteriza por una «fuerza arrebatadora» (Cf. Von Balthasar, H., Gloria. Madrid, ediciones Encuentro, 1985, vol. I, p. 16.).  Esto es lo que pensaba Platón. Lo sintetiza Joseph Ratzinger: “Platón contempla el encuentro con la belleza como esa saludable sacudida emocional que arranca de sí al hombre y lo «arrebata». El hombre, así dice Platón, ha perdido la perfección original que fue pensada para él, y ahora está permanentemente buscando la primitiva forma sanadora. La nostalgia y el deseo vehemente lo impulsan a perseverar en está búsqueda, y la belleza lo arranca de la tranquilidad de la vida cotidiana, puesto que le hace sufrir. En sentido platónico, podríamos decir que la flecha de la nostalgia atraviesa al hombre, lo hiere y de esta manera le da alas, lo exalta y eleva. En su discurso de El Banquete, Aristófanes dice que los amantes no saben lo que realmente quieren uno del otro, pero es obvio que las almas de ambos están sedientas más bien de algo que es diferente a placer amoroso. Pero el alma no puede expresar esta otra cosa, «solamente presiente lo que quiere realmente y habla de ello en forma enigmática». (J. Ratzinger, Caminos de Jesucristo, ed. Cristiandad).

Volveremos sobre el tema del dolor de la nostalgia

Ahora nos interesa resaltar ese no se qué indefinible que tiene la belleza. La buscamos sin saber exactamente qué buscamos.  Esa belleza es la misma que buscaba Agustín fuera de sí mismo hasta que la encontró en su propia interioridad porque era más íntima a sí mismo que él mismo, Dios. Pero de momento debemos centrarnos en la belleza creada, partícipe de la belleza del Creador, en quien, en efecto, la Unidad, la Verdad, la Bondad y la Belleza son todo Uno y lo mismo. 

Platón nos aporta el factor arrebato, locura (mania) que causa la belleza presente o insinuada a la persona.

Diría que hablamos habitualmente de belleza cuando algo atrae nuestra mirada contemplativa de tal modo que nuestra mirada queda prendida en ello. La belleza ejerce una tracción, tiene fuerza atractiva propia, atrae. Si no, no podríamos hablar de belleza. Lo que repele a los sentidos o a la mente, nos resistimos a llamarlo bello. Algunos lo hacen, pero no es lo común. Se exige a la belleza que en cierto modo nos pasme, nos asombre, nos extasíe, nos deslumbre, nos arrebate con gozo. En este sentido nos saca de nosotros mismos, y así nos libera de posibles pesadumbres, agobios o problemas.

De no ser así, podríamos hablar de «belleza» analógicamente, de bajo nivel, en un tono menor: lo bonito, simpático, agradable, bien hecho, incluso admirable bajo cierto aspecto, es lo bello solo por analogía.

Lo que merece el nombre de bello ha de capturar nuestra mirada, fijarla e invitar a habitar en ello.


Lo bello y lo estético
No todo lo bello es estético ni todo lo estético es bello. Hay cosas carentes de belleza que pueden suscitar emoción estética: una ruinas, un ramo de flores muertas, etc.

BELLEZA NATURAL
La naturaleza es un manantial inagotable de emociones estéticas. Pero la razón estética de muchas cosas naturales pasa inadvertida, Nos parecen insignificantes y triviales por falta de atención, por acostumbramiento.  De suyo tienen luz que irradia la belleza, pero nuestra mirada va distraída. La cotidianidad nos acostumbra a cosas bellas y nos oculta su belleza. 

Es verdad que hay cosas que solo tienen sentido utilitario en el conjunto del cosmos y no nos ofrecen interés estético, pero podría tenerlo bajo determinada luz, bajo ciertos aspectos.

BELLEZA ARTÍSTICA
La obra de arte no tiene otra finalidad que la de provocar la emoción estética. Esta es, ha de ser, la intencionalidad del artista. De no haberla no parece que pueda haber arte porque no hay artista. Si no hay mata no hay patata. Si un genio se pone a pintar sin emoción puede salir algo bonito, gracioso, pero difícilmente transmitirá emoción. Los simios nunca han pintado nada emocionante. El hombre de las cavernas, sí.

En la obra de arte se concentra la emoción estética del artista y satisface el anhelo de belleza de quien la contempla con suficiente perspicacia. En la obra de arte se procura una concentración de belleza. En principio, no importa el tamaño, la cantidad, ni el tema de que se trate.

Todo esto habremos de ponerlo en límpio. Sistematizarlo de algún modo y profundizar. En arvo.net hay unos 50 artículos en la sección de ESTÉTICA. Pero todavía hay que hacer una labor de completar y esclarecer con sencillez asequible a una mayoría, las cuestiones fundamentales relativas a la belleza.

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